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Espiritualidad

La salud requiere de integración y la sanación necesita del amor

En un intento por liberarnos de los dogmas, el autoritarismo y la represión, nos hemos vuelto presa de otros reduccionismos en la forma de concebir la realidad. La medicina occidental tradicional ha dividido el cuerpo de la psiquis y, en su afán de objetividad, ha ignorado la espiritualidad. Aunque con esto se ha dado un paso importante en la búsqueda explicaciones y causas concretas a síntomas visibles y definiciones explicativas, ha reducido la forma de ver, comprender y darle significado a la realidad.

A partir de este modelo lógico-racional, hemos olvidado el poder de la magia, de la imaginación y del pensamiento, así como su influencia en el cuerpo, en la mente y en lo que promovemos y creamos. Buscando la corrección de los síntomas, olvidamos que son la expresión de dimensiones que se interconectan en diferentes niveles. Mientras no reconozcamos e integremos todas las dimensiones de nuestro ser, no sanaremos más que partes aisladas. La medicina orientada al cuerpo bajo su forma dual nos deja rotos en pedazos, desintegrados, desconectados de las posibilidades psíquicas, emocionales, físicas y relacionales, constitutivas del ser y de lo humano. Tenemos ideas acerca de lo que es estar bien desde estándares de salud que, aunque enmarcan las condiciones entre lo sano y lo enfermo, distan mucho de poder abstraer cuál es la experiencia subjetiva de cada persona en su proceso hacia el autoconocimiento y la sanación.

Lo cierto es que diferentes experiencias nos relatan la enfermedad como un camino hacia el encuentro con la fuente interior o con algo más profundo que podemos identificar como el amor. Como respuesta, en occidente, encontramos diversas corrientes, teorías y disciplinas que han querido entender y dar respuesta a las problemáticas humanas y de la salud. Desde formas más holísiticas e integradoras, han propuesto miradas alternas y complementarias que defienden el sinergismo entre las partes y no la individualidad de cada una.  A partir de teorías científicas emergentes se reconocen formas de conocer cómo los sistemas –ya sean físicos, biológicos, sociales, económicos, mentales, lingüísticos– junto con sus propiedades, deben ser analizados en su conjunto y no solo a través de las partes que los componen. Pero aún considerados estos separadamente, el sistema es observado y analizado como un todo integrado y global que en definitiva determina cómo se comportan las partes. Un mero análisis de las partes nunca podrá explicar por completo el funcionamiento del todo.

Desde la perspectiva oriental se han ofrecido miradas más integradoras para comprender la salud como proceso. Por ejemplo en India se encuentran el Ayurveda y el Yoga, dos disciplinas complementarias. Ayurveda se ocupa especialmente del equilibrio y la salud física y mental, mientras que el yoga persigue la transformación de la conciencia.

El Ayurveda o ciencia de la vida, tiene como finalidad proteger la salud y curar, y se practica en India desde hace más de 5000 años. En sánscrito ayur significa vida y veda conocimiento. El Ayurveda nos dice que la esencia de la salud es la integración. Plantea que la mayoría de nosotros estamos enfermos porque el sentido espiritual no está presente en nuestras vidas. De este modo quedamos atrapados en las situaciones externas sin nada que pueda nutrir nuestros corazones. Para esta ciencia de la antigüedad, la medicina esta conectada con todo aquello que nos ofrece la naturaleza y, sobre todo, con la conexión a una sabiduría interior o espíritual. En este sentido, acepta y reconoce una conciencia superior organizadora, un principio divino. Esta conciencia debe entenderse como una forma amplia de espiritualidad que, más allá del dogma, enseña cómo cuidarnos a nosotros mismos y a los otros, incluidos plantas, animales y el mundo mineral. Esta visión se basa en profundos principios orientadores de vida combinados con herramientas y métodos yoguis de sanación natural. Ayurveda, plantea que de esta conciencia superior emanan cualidades humanas tales como la confianza, el amor, la armonía y el sentido de unidad con la naturaleza sagrada de la humanidad. Sin ellas no hay posibilidades de sanación y salud.

Al referirse a la medicina, el Ayueveda se refiere a la espiritualidad, así como al hablar de sanación se refiere al amor y a la enfermedad como falta de amor. En las enseñanzas del yoga la enfermedad debe verse como la oportunidad de abrir las puertas hacia nuestro mundo interior para despertar, y así ver lo que nos pasa y lo que creamos. Esto con el único propósito de reconocer, sanar, aprender y avanzar.

Cuando hago alusión al amor, no me refiero a la dimensión romántica o condicionada que aprendemos de las relaciones sociales. Me refiero a la esencia misma de cada ser, a la fuente, al principio y el final. A la energía que lo origina todo. Esta fuerza, puede expresarse, percibirse y sentirse de diferentes formas. Para el Yoga este poder se encuentra representado en las cualidades de la fuerza Shakti (conciencia activa creadora) apoyada por el eterno Purusha (conciencia inamovible que en su quietud lo ve todo). Una vez se activo nos puede llevar a estados profundos en los que es posible tener la experiencia de alegría interior o ananada, estado de gracia en el que surge un contento sin causa externa aparente, una alegría expansiva en la que todo se reconcilia.

De acuerdo a los Upanishad la enfermedad es la forma más elevada de ascetismo (tapasya), disciplina del ser interior, a través de la cual la verdad de la vida puede ser revelada. La enfermedad puede ser un signo de una acción equivocada pero también puede estar indicando que el alma está direccionando la energía hacia dentro. La enfermedad tiene  como medio de experiencia el cuerpo, pero su manifestación surge como una reacción espiritual que llama a ser atendida. Como cuando tienes un dolor de cabeza y no puedes ocuparte de nada más que de irte hacia dentro. Por eso el Ayurveda y el Yoga sugieren que la examinación y conexión de sí mismo, es el primer paso y una base fundamental del entendimiento hacia la resolución de cualquier enfermedad. Toda la vida es un aprendizaje y un desarrollo hacia el conocimiento de sí mismo o de eso que llamamos yo. Ram Das, maestro espiritual estadounidense que tuvo contacto estrecho con las enseñanzas de la India escribió el libro Be Here Now, tras haber sufrido una derrame cerebral. Incapaz de poder hablar o mover parte de su cuerpo, decía que no le deseaba a nadie la enfermedad pero sí el estado de bienaventuranza que había logrado a través de ella. Aprendió de nuevo a hablar y continuó enseñando.

Lo principal, para crecer en conciencia y mantener una buena salud, es estar bajo la influencia del espíritu y aspirar constantemente a realizar o conocer el ser más elevado. Partiendo de este principio podemos inferir que no solo es importante tratar la enfermedad, sino usar la enfermedad como un medio para entendernos a nosotros mismos. Cuando hay comunión con nuestra conciencia interior vamos a encontrar una armonía y un gozo que puede sobrellevar todas las dificultades externas. Significa enfocarse en lo que se tiene, no en lo que no se tiene. Ello implica reconocer y aceptar lo que nos ocurre, como parte del proceso de aprendizaje para crecer y crear conciencia.

Como parte del desarrollo integral del ser y de apertura hacia lo espiritual, el sistema del Yoga Integral ha ofrecido formas de ayuda hacia el mantenimiento de la salud física, emocional, mental y espiritual. Todas ellas están orientadas hacia la apertura y el despertar del corazón. Se trata de una conexión que da inspiración permitiendo que la compasión, el perdón, la fortaleza y la confianza en sí mismo, actúen como protección emocional. Así es posible mantener el balance, sanarse a sí mismo y ayudar a sanar a otros. Con esta energía amorosa recibimos nuestros problemas emocionales como parte del plan de vida, y entendemos que su intención es aportar a nuestra evolución consciente, autoconocernos y aprender lecciones de vida.

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