Quién soy

Lo esencial es vivir para el regreso.
Antoine de Saint-Exupéry

Diana María Escovar Gómez

Psicóloga, Magister en Terapia Clínica y de familia y Docente de yoga.

El mundo, mi historia y la de cada cual está llena de aparentes giros, encuentros, desencuentros que van tejiendo lo que en el Budismo se define como una telaraña cósmica. Aparece pues un tejido de acontecimientos, en los que las relaciones se alternan, se combinan y se entrecruzan, determinando la totalidad de las interrelaciones universales.

Con un interés por comprender el funcionamiento de la psiquis humana y su correspondencia con el cuerpo humano, la visión del mundo y las situaciones de vida, me he acercado desde la Psicología al estudio del hombre, de su mundo individual, relacional, geográfico, histórico y cultural. Por otro camino, la curiosidad, la experiencia y la necesidad me fueron llevando también a la dimensión espiritual. Así, mi vida ha tenido una línea transversal en la que, de forma paralela a mi formación académica, ha crecido un proceso de despertar interior.

Recibí mi formación académica en la carrera de Psicología en la Universidad de la Sabana en Bogotá. También adelanté cursos relacionados con el estudio del eneagrama y me formé en Sanación pránica y Reiki, bajo las orientaciones de Master Choa Kok Sui, del Institute for Inner studies.

En mi época de estudiante recibí seminarios Insight, que ofrecen una experiencia de crecimiento personal para crear una vida de amor, y participé en talleres y retiros con los programas de MSIA, Movimiento del sendero de la trascendencia alma, con su director John-Roger, donde recibí invaluables orientaciones sobre el movimiento de conciencia y el despertar interior.

“Más allá de las palabras, por encima de los pensamientos, debe arder siempre la llama de una intensa aspiración, firme y luminosa.”
La Madre

Más adelante me formé en Psicología sistémica e intervención clínica y de familia mediante una maestría en la Universidad Santo Tomás de Bogotá. Hice mi investigación académica estudiando la relación entre los juegos familiares y los dilemas emocionales expresados a través del cuerpo. El cuerpo visto como metáfora de la psiquis y las relaciones, me ha acompañado en mi trabajo y en mi viaje al interior, al yoga y a la vida misma.

Hacia los 30 años la vida me llevó de la mano hacia India, donde encontré de fuente directa maestros de yoga, así como una visión de mundo que involucra al observador y a su conciencia. El peregrinaje que hice por ese país, me permitió conocer los fundamentos de ayurveda, tomar cursos de masajes y entrenarme en yoga-asanas con la ayuda de maestros como Sharat Aorora, de quien recibí la técnica precisa de las posturas, en la escuela de Iyengar yoga. También pasé una temporada en la comunidad de Osho, donde tomé sanyas y fui iniciada con el nombre de Ma Deva Gandha (Divina fragancia).

Después llegué al Yoga Integral, que contempla la dimensión física, emocional y mental el ser humano, unida al alma y a una explicación más práctica del espíritu en la vida misma. Comprendí que el Yoga Integral relacionaba Filosofía, Psicología y Educación con explicaciones trascendentales, tales como los planos de conciencia, las partes del ser, la educación para el alma, el juego de fuerzas universales, el propósito de la vida y el juego de causalidades o karma, entre otros. Esta experiencia directa, no intelectual, trajo reflexiones existenciales y pequeñas realizaciones que hoy, podría decir, constituyen el fundamento que sustenta mi vida.

De los 17 años que pasé en India, 15 los viví en Aurovalley Ashram, también llamado Universidad para la ecología humana interior, un centro abierto para todo aquel que va en busca de paz interior y crecimiento espiritual. Allí estudié, practiqué y viví el Yoga Integral con Swami Brahmdev, un mentor con quien entendí el yoga como una forma de vida.

El yoga como ejercicio espiritual o Sadhana, significó para mí dedicación, entrenamiento riguroso y entrega. También me condujo a profundas y hermosas percepciones de la naturaleza, a una conciencia de unidad y a la interrelación entre mi ser y todas las cosas y sucesos.

Durante mis 15 años en Aurovalley Ashram enseñé yoga y fui asesora en procesos de crecimiento evolutivo de la conciencia. Publiqué el libro Toda la vida es Yoga, escribí muchos diarios, trabajé como profesora del colegio, me desenvolví como asesora en atención psicosocial a la comunidad y aprendí de administración y gestión organizacional. Medité, canté y bailé. También limpié mucho, lloré, trabajé en la cocina, amé preparar los alimentos recogidos directamente de la huerta, me uní a la tierra, a sus raíces y sembré. Siempre agradecí. Me sentí una con el cielo, me emocioné con el sol del amanecer y del atardecer, escuché a los pájaros, hablé con ellos, corrí con los perros. Sentí el aire en mi ser y respiré. ¡Me conecté!

De vuelta a Occidente, regresé a la docencia y a la terapia. También me traje conmigo el yoga, para procurar un encuentro con la vida ordinaria. Comprendí que el trabajo esta allí, en donde sea que se esté, en el silencio, en las pausas, en la respiración, en las intensiones y en los propósitos que nos mueven todos los días.

De este viaje por la vida agradezco todo lo que he recibido de cada persona en cada momento y en cada lugar. Entiendo que el yoga es un camino y un viaje de unión conmigo misma y con el todo. La psicología la comprensión de lo que emerge en  cada cual según las relaciones que se establecen con las cosas y sucesos, que son finalmente la relación que se tiene con uno mismo en cada momento. He aprendido a validar mi propia experiencia con conciencia, donde el arte consiste en vivir la vida como algo espontáneo, bello y dado para evolucionar, para conocerse, para avanzar y transformar en conexión con la fuente interior. Solo desde allí se puede aportar esa luz que se irradia a través del ser único que es cada cual.

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